Exfoliar o no exfoliar: that’s the question

¿Sois de las que se exfolian la piel esas dos veces que indican muchas rutinas de belleza? Rotundamente, yo no. Os diría que, en mi caso, me exfolio cuando estoy muy aburrida y eso ocurre una vez de higos a brevas, porque no me aburro casi nunca (lol). De hecho, la propia palabra “rutina” ya me da un poco de repelús.

En realidad, soy de las que piensan que hay que dejar que la naturaleza (nuestra piel) fluya bajo sus propios mecanismos. Sí que es cierto que, de vez en cuando, una puede darse un gustazo y regalarse un buen peeling que le dejará la cara como el culito de un bebé. A mí me pasa mucho tras el verano, que tengo el cutis más resentido por todas las exposiciones al sol y al cloro de las piscinas. Pero tengo la mosca detrás de la oreja cada vez que queremos acelerar algún proceso que, se supone, debería hacer nuestro organismo sistemáticamente. ¿Por qué narices le tenemos tanta manía a nuestro estrato córneo? Digo yo que esas células, por muy muertas que estén, tendrán alguna función, ¿no?

Y lo cierto es que sí: los corneocitos (las famosas células muertas) sirven para reforzar la función barrera de nuestra piel y protegen a nuestro organismo de las agresiones externas.

La manía por eliminar células muertas a través de las exfoliaciones viene dada por el ansia de la renovación celular para así fomentar la síntesis de colágeno y elastina. Nuestra piel se renueva de manera natural cada 28 días. Es cierto que tarda un poco más a medida que cumplimos años, pero en nuestra sociedad de la inmediatez, parece que no podemos permitirnos el lujo de esperar a que la naturaleza siga su curso.

Las exfoliaciones pueden llevarse a cabo por procesos diferentes:

  • Esponjas Konjac: son muy económicas y me van de maravilla. Suelo comprarlas en droguerías o tiendas especializadas, pero si no la encuentras te dejo el link;
  • Cepillos y guantes de microfibra;
  • Peelings con gránulos de distintos tipos, también conocidos como scrubs;
  • Gommages o mascarillas: son como los scrubs -contienen micropartículas en suspensión que hacen la función de arrastre y limpieza- pero suelen presentarse en formato gel o mascarillas;
  • Exfoliación química – enzimática: la de los famosos alfa-hidroxiácidos. Os voy a confesar que me hice un peeling con ácido láctico y lo flipé mucho. Eso sí, no todas las pieles lo necesitan y, oye, si te apetece hacerte una, también puedes tirar de las exfoliaciones mecánicas de toda la vida con gránulos naturales.

Lo cierto es que últimamente son cada vez más las corrientes que optan por eliminar la exfoliación en las rutinas de cuidado de la piel, por el estrés que supone para la misma. Algunos de estos contras:

  • Cuando realizamos exfoliaciones con gránulos, solemos producirnos microcortes que someten a la piel a posibles infecciones.
  • Atacamos la función barrera de nuestra piel, con lo cual nuestro organismo también queda más expuesto a agresiones externas.
  • Eliminamos la filagrina, una proteína de la barrera cutánea que contribuye a la hidratación de la piel.

A pesar de todo lo que acabamos de explicarte, es cierto que muchas veces necesitamos esa limpieza extra que nos proporciona una buena exfoliación. Por eso, te invitamos a que te prepares una en casa con azúcares, sales, cáscaras de frutos secos o semillas que vayas encontrando. Tendrás que elegir el tamaño de los gránulos en función de la parte que quieras exfoliar. No hagas la bruta exfoliándote la cara con sal de mesa o con azúcar blanco normal. También tendrás que tener en cuenta el tipo de aceite que vas a utilizar. Si tienes la piel muy grasa, opta por un aceite de rápida absorción, como el de coco fraccionado.

Receta de exfoliante aromático con especias CHAI:

  • Una tacita de aceite: oliva, coco fraccionado, almendras dulces, girasol, sésamo…
  • Una tacita (la misma cantidad que de aceite) de gránulos: sal fina, azúcar blanco, semillas de amapola, azúcar glas, azúcar moreno, sal del Himalaya, sales de Epson…
  • Especias CHAI que tengáis: canela en rama, clavo, cardamomo, vainilla, jengibre en polvo, anís estrellado, pimienta, cáscaras de naranja y limón…

Coloca todos los ingredientes en un tarro, ciérralo muy bien y mételo al lavavajillas. Selecciona un programa largo y dale caña mientras esperas con impaciencia. Cuela el aceite y añade el mismo volumen de azúcar glas que de aceite y mezcla.

Si no tienes azúcar glas, pon azúcar blanco normal en un molinillo o robot de cocina y pulverízalo bien. Si no tienes la piel muy delicada, puedes usar semillas de amapola en lugar de azúcar. ¡Un gustazo!

Aplica el exfoliante sobre tu piel haciendo movimientos circulares. Enjuaga bien con agua. Disfruta de nueva cara reluciente 😉

Fuentes: https://www.actasdermo.org/es-filagrina-papel-barrera-cutanea-el-articulo-S000173101400043X

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