05 Sep Cosmética sin tóxicos
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Hemos escuchado este reclamo una y otra vez, tanto en redes sociales, como en los mensajes publicitarios de muchos fabricantes. El caso es que ya te había hablado en el episodio 29 del podcast sobre algunos de mis ingredientes preferidos, o lo que vendrían a ser «las luces en cosmética natural». Hoy te hablaré de las sombras, o de aquellos ingredientes de los que hemos oído «hablar pestes» y que evitamos a toda costa; incluso muchos fabricantes de cosmética han eliminado de sus fórmulas y no dudan en anunciar su ausencia en las etiquetas de sus productos.
Lo que ocurre es que, muchas veces, y esto pasa con frecuencia en la blogosfera y en las redes sociales, tenemos el «síndrome del loro» o del «cortar-pegar»: nos dedicamos a repetir lo que hemos escuchado o leído en algún foro o post y, en la mayoría de casos, se trata de informaciones poco contrastadas o estudios con resultados muy poco concluyentes. Se viralizan contenidos que, cuando comenzamos a tirar del hilo para verificar su fiabilidad, nos damos cuenta que se basan en la opinión de una única persona sin la suficiente base empírica como para realizar ciertas afirmaciones.
Principio de prudencia versus principio de precaución
Un fenómeno que impera entre las que preparamos nuestros propios cosméticos es la práctica del principio de precaución. Por si no sabes cuál es la diferencia entre el principio de prudencia y el principio de precaución, te cuento. El principio de precaución nos dice que una práctica puede ser una amenaza para la salud humana o medioambiental, aunque no exista evidencia científica concluyente que demuestre una clara relación causa-efecto. Hablamos de un riesgo potencial, dejando abierto el beneficio de la duda. Por otro lado, el principio de prudencia se produce cuando el riesgo está asegurado y empíricamente probado. Por ello, en determinados casos no deberíamos decir que «somos prudentes» porque evitemos ciertos ingredientes, sino que «somos precavidas», puesto que no se ha demostrado empíricamente que exista un riesgo producido por su uso.
El caso de los parabenos
Debes saber que todos los ingredientes con los que trabajamos —y, en general, los que se emplean en la cosmética convencional que puedes adquirir en el mercado europeo—, son ingredientes que se han testado y aprobado por el CCSC (Comité Científico de Seguridad de los Consumidores) en Europa. Un ejemplo claro de este tipo de ingredientes son los parabenos. Nos encontramos con cada vez más productos que indican que están «libres de parabenos«, o «paraben free«. Los parabenos (o parabenes) son esteres que se emplean como conservantes en cosméticos, en medicamentos y en alimentación. Por el hecho de ser conservantes, se recogen en el anexo V del Reglamento europeo 1223/2009 sobre productos cosméticos.
Como algunos científicos habían cuestionado su seguridad por ser potencialmente sensibilizantes o disruptores endocrinos, el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores realizó estudios sobre todos los parabenos que se encontraban en el anexo V. A raíz de esa revisión, se eliminaron muchos parabenos —no todos—, y otros se limitaron.
Los parabenos que actualmente figuran en el anexo V se han calificado como seguros para su uso si se cumplen con las limitaciones que exige el propio Reglamento. Se trata de los parabenos de cadena corta —que derivan del paraben— y los de cadena media, que derivan del butylparaben y del propilparaben. Los de cadenas largas o ramificadas se prohibieron.
Las limitaciones de uso se basan básicamente en las concentraciones máximas del producto terminado. Pueden usarse incluso en cosmética infantil, excepto los parabenos de cadena media en el caso de cosméticos para niños menores de 3 años que no requieren aclarado. Un ejemplo son las cremas del pañal.
¿Por qué no usamos parabenos si son seguros?
Tras el escándalo de los parabenos, muchas empresas comenzaron a dejar de usarlos, incluso los que estaban aprobados y se habían clasificado como seguros. Antes de nada, deberías saber que las reivindicaciones “sin parabenos” o «paraben free” están prohibidas en Europa. Estos reclamos conllevan implícita la idea de que sean productos peligrosos, y por ello Europa los considera como denigrantes en el caso de estos productos, que ya se han investigado y cuya seguridad ha sido garantizada.
¿Qué nos diría el principio de precaución? Pues que, ya que se han restringido un buen puñado de ingredientes de la misma familia, quizás no nos apetezca jugárnosla. Es lo mismo que cuando te enfadas con tu vecino porque resulta ser un poco desagradable, y metes al resto de su familia en el mismo saco, aunque sean todas unas bellísimas personas. ¿Es correcto hacerlo? Pues, aunque me sepa mal por el resto de la familia de tu vecino, creo que se trata de un comportamiento humano que nos protege de posibles peligros.
Las fragancias y perfumes en los cosméticos
Otros ingredientes en el punto de mira son las fragancias que contienen la mayoría de cosméticos y de productos de limpieza. Existen unas sustancias llamadas alérgenos del perfume, que no hacen referencia a los perfumes en tanto que cosméticos terminados, sino a los perfumes y fragancias que forman parte de la fórmula de otro cosmético. El Comité Científico de los Productos Cosméticos y Productos Alimentarios de Europa ha identificado 26 sustancias que considera «alérgenos del perfume», es decir, que podrían causar reacciones alérgicas que podrían afectar del 1 al 3% de la población. Estas sustancias se recogen en el anexo III del Reglamento Europeo 1223/2009. En este anexo están las sustancias que no pueden contener los cosméticos salvo restricciones (el mismo en el que se encuentran los parabenos cuyo uso está limitado).
Alérgenos del perfume también en aceites esenciales
De entre estas 26 sustancias, también se encuentran moléculas presentes en algunos aceites esenciales, como el citral o el eugenol. Es posible que tú no seas alérgica, pero que te vuelvas alérgica a algunas de estas sustancias si empleas este producto muchas veces. Eso podría ocurrirte si usas a diario un perfume que contenga alguna de esas moléculas.
La importancia del factor de acumulación de los productos
Las restricciones, que son obligatorias desde marzo de 2005, implican que no haya más concentración que 10 ppm (un 0,001% en productos que no se enjuagan) y hasta 100 ppm (0,01%) en productos que se enjuaguen.
¿Entonces, son seguras las fragancias? En principio, estas concentraciones están estudiadas para un único producto pero, ¿cuántos productos al día utilizas que contienen fragancias? Si se tiene en cuenta la acumulación de la cantidad de fragancias a lo largo de un día, es posible que superemos el umbral de seguridad. Si te fijas, todo lo que tenemos a nuestro alrededor huele, incluso el detergente con el que lavas los platos, tu crema hidratante y tu desodorante.
Muchas veces, como no podemos controlar la cantidad de sustancias potencialmente alérgenas que usamos, las potingueras preferimos no añadir ninguna fragancia a nuestras preparaciones.
El aluminio de los desodorantes
Otro ingrediente muy controvertido es el aluminio que contienen muchos desodorantes. Ya sabes que se han levantado sospechas por la presencia de aluminio y la posible relación de este mineral con el cáncer de mama y el Alzheimer. Sin embargo, aún no se ha conseguido probar esta relación. Sí se han encontrado restos de aluminio en tumores malignos. Sin embargo, el aluminio también entra en nuestro cuerpo en pequeñas cantidades a través de ciertos alimentos, y podría resultar que proviniese de otras fuentes que no fuesen los desodorantes. De todos modos, estas sales de aluminio, como el Aluminium chlorohydrate no pueden utilizarse en más de un 20% de la fórmula.
¿Te preguntas si debes o no usar sales de aluminio? Pues una vez más te digo que tu evaluación del riesgo se determinaría por el principio de precaución, porque no contamos con la información suficiente que avale la veracidad de estas acusaciones. Yo, siguiendo este principio, suelo utilizar otro tipo de desodorantes libres de aluminio que, por cierto, ya que sale el tema, tengo un ebook en el que te enseño a preparar desodorantes con ingredientes naturales en varios formatos (sólidos, líquidos, en crema…).
La aprobación de COSMOS-ECOCERT
Por último —ya que no puedo hablarte de todos y cada uno de los ingredientes que sometemos a juicio—, te hablaré de los ingredientes que no están admitidos por la certificación COSMOS, es decir, los ingredientes que no se consideran aptos para formular cosmética natural. Un claro ejemplo es el SCI (sodium cocoyl isethionate), el tensioactivo con el que se formulan muchos champús sólidos. Muchas veces, el criterio es la escasa biodegradabilidad del ingrediente, y en otros casos es la presencia de algún ingrediente petroquímico. En este caso, el SCI, que es mitad natural y mitad sintético, tampoco se consideraría aceptado por COSMOS.
Si quieres profundizar más en este tema, te invito a escuchar la entrevista que le hice a la Doctora Irene Menéndez —alias I de imperfecta—, en el episodio 17. En este episodio Irene nos aclara algunas dudas sobre dos tensioactivos muy controvertidos: el BTMS y el SCI.
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